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Carmen Gloria de Las Heras: “En el futuro debiera existir un esfuerzo colaborativo por generar integración del conocimiento”

carmengloriadelasherasLa autoridad educativa del Modelo de Ocupación Humana en América Latina recuerda sus años de estudio en la Universidad de Chile, analiza el estado actual de la disciplina en el país y plantea una serie de desafíos para robustecer la investigación.

 

Nicolás Rojas Inostroza

No ha sido fácil coordinar esta conversación. Por estos días de junio la profesora Carmen Gloria de Las Heras reparte su tiempo entre la atención clínica y su actividad docente en la Universidad de Los Andes. Esta destacada profesional ingresó a la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile en 1979. Ya titulada trabajó durante tres años en el Hospital Psiquiátrico El Peral para luego volar a Estados Unidos. Allí buscó al académico Gary Kielhofner, creador del Modelo de Ocupación Humana (MOHO), y le dijo que no tenía dinero para pagar el postgrado que él impartía en la Universidad de Boston, pero que le ofrecía trabajar “de cabeza” con él para optimizar el modelo a cambio de cursar sus estudios. Kielhofner  aceptó y así comenzó una estrecha relación con Carmen, quien luego obtuvo el magíster en Ciencias en Terapia Ocupacional en la U. de Boston. Más tarde se convirtió en autoridad educativa del MOHO en Latinoamérica.

De Las Heras ha sido docente de programas de grado y postgrado del Departamento de Terapia Ocupacional de la U. Andrés Bello, asesora internacional de desarrollo de programas de Terapia Ocupacional y miembro del equipo internacional contribuyente al desarrollo del Modelo de Ocupación Humana. Ha trabajado en sistemas públicos y privados prestando servicios directos a personas con diversidad de capacidades, discapacidades y realidades ambientales y culturales tanto en Estados Unidos como en Chile. Uno de sus últimos proyectos es el desarrollo, en conjunto con Diego Cifuentes, del sitio web en español del Centro de Documentación y Desarrollo del Modelo de Ocupación Humana (www.boletinto.cl/moho).

—En una entrevista concedida en 2011 a la Asociación Profesional Española de Terapeutas Ocupacionales recuerda haber acompañado a su madre, Carmen de Pablo, al hospital cuando usted tenía 10 años. En ese entonces pensó: “Yo quiero ser alguien que haga feliz a las personas por lo que ellos puedan hacer o por lo que les hace felices, aunque vayan a morir”. Luego de todo el camino recorrido, ¿cree que lo ha logrado?

—Sí, plenamente. Yo he sido desde chica una terapeuta ambulante. Mi motivación por ver la sonrisa de alguien en momentos difíciles ha sido lo más importante: ver la calidad de vida florecer.  Esa vez fue una experiencia con niños desahuciados en el Hospital Arriarán en 1970. Verlos sonreír jugando con las masitas y las gredas que habían hecho, desordenando la sala, para mí fue el punto de partida.

¿Cómo recuerda su paso por la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile?

—Yo era una matea con causa. Desde chica me encantaba estudiar. Los ramos médicos de la carrera eran muy buenos. Me fascinaba la Neurociencia, la Neuroanatomía, también era voluntaria  de hacer más cosas de investigación. Me iba muy bien, me gustaba aprender y como sabía inglés también averiguaba en ese idioma. Ahí conocí el Modelo de Ocupación Humana que salió en 1980. Antes de cada prueba mis compañeros me decían: “Ya, Yoyi, recita” y todos felices. Era un grupo muy unido, un curso muy potente, todos salieron con harta iniciativa. Una de las personas de la escuela más emblemáticas para mí fue Brígida Flores Azúa. Tuvimos el honor de conocerla. También Silvia Gómez Lillo. Cada una tenía estilos totalmente diferentes: Silvia era muy ordenada, metódica, exigente; Brígida era el paradigma de la Terapia Ocupacional caminando. A mí me marcaron mucho ellas dos por esta diferencia de personalidades con tanta potencia. Ambas representaban algo que me llegaba bien. Por esos años yo participaba en la pastoral con mi guitarra, iba a cantarle a los viejitos del hospital. Después fui a un voluntariado de rehabilitación en el Club de Alcohólicos de La Palmilla, muy lejos. Tengo muy buenos recuerdos de esos años, muy buenos recuerdos de la universidad. Yo siempre estudiaba más de lo que pasaban en la clase por curiosidad y para entender bien. Luego salí de la escuela y trabajé en El Peral por tres años. Después me casé y nos fuimos a Boston con mi ex marido. Los dos quedamos aceptados en Boston, ahí estuvimos diez años. El modelo de Gary Kielhofner me había convencido totalmente. Me sentía muy bien allá, trabajé en un hospital psiquiátrico, fui directora de Terapia Ocupacional. Hicimos investigaciones y desarrollamos instrumentos de evaluación e intervención, especialmente enfocados en personas a las que normalmente no se les daba importancia. Las ignoraban y las trataban mal porque no podían hablar o pensar bien, personas con retardo mental severo. Trabajé mucho en El Peral con eso. Le llevé ese tema a Gary y le dije que había que desarrollar el modelo para todo tipo de personas. Los resultados de aplicación de estos instrumentos han sido fantásticos. Eso fue como darle voz a esas personas ante los equipos médicos. Nunca he dejado la clínica ni la educación, son mis pasiones.

—Usted ha estudiado, investigado y enseñado en distintas casas de estudios del mundo. ¿Ha podido observar un sello distintivo de la Universidad de Chile en comparación con otros planteles?

—La participación social que existe le da un sello distinto, por otro lado: la tradición. En otros lados del mundo se da ese sello en algunas universidades también públicas, pero con su cultura propia. Más que nada, destaca un programa tradicional que ha sido innovado y desarrollado a lo largo del tiempo. Es una referencia para la Terapia Ocupacional en Chile y haber colaborado en ella a través de los postgrados significó mucho para mí.

—¿Hacia dónde se orienta el desarrollo de la Terapia Ocupacional en Chile y en el mundo?
—Hay un movimiento importante en el mundo centrado en la ocupación, en lo que somos, en facilitar la participación ocupacional satisfactoria. Por otro lado están los movimientos sociales que hacen que el rol del terapeuta se expanda más aún. Me he dado cuenta de que hay un gran interés en el Modelo de Ocupación Humana porque en las escuelas no se enseña. Lo he ofrecido en todos lados,  no importa dónde, soy abanderada de la Terapia Ocupacional. Hay mucho interés, no solamente en el modelo. Veo en Chile una dicotomía bastante importante: existen algunos grupos de universidades con una orientación a identificarse con la psicología social, que es un conocimiento relacionado muy importante, que aporta a la disciplina; pero hay muchos terapeutas que van solamente por el lado del conocimiento relacionado y cuando llegan los estudiantes a las prácticas no saben qué hacer como terapeutas ocupacionales.  Creo que lo que debe promoverse en la Terapia Ocupacional de Chile es la integración: saber bien el conocimiento propio e integrarlo con lo demás. La clave es tener los principios comunes, pero sabiendo bien lo que uno es, no perdiendo el horizonte como terapeuta. Eso me preocupa en este momento en Chile. Me preocupa también que las personas tengan una mala comprensión del Modelo de Ocupación Humana porque no lo conocen, porque creen que es muy complejo o porque simplemente no han leído bien. Este modelo, cuando las personas lo aprenden bien, les da una identidad y saben cómo hacer las cosas e integrarlo con otros modelos que ayudan en otras áreas. En el futuro debiera existir un esfuerzo colaborativo por generar integración del conocimiento y no dejarse llevar solamente por lo que dicen otras disciplinas.

—La Convención sobre Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad emanada desde la Organización de Naciones Unidas plantea una serie de garantías. ¿El Estado chileno las garantiza?

—No. La cultura chilena es muy cerrada en todo aspecto. Amo a mi país, he vivido en otras partes. Será algo geográfico también, el que estamos un poco aislados. Encuentro que las personas chilenas somos muy inseguras y esa inseguridad nos lleva a ser prejuiciosos. Y cuando la gente se informa lo hace de noticias que son sensacionalistas.  El estigma de los chilenos parte por una cosa de desinformación tremenda y porque todo lo que no cumple con el estándar típico es cuestionado. Hay problemas sociales tremendos. La discapacidad es ambas cosas: la que posee la persona y la congruencia que ofrece el ambiente para su integración.

—¿El Estado chileno ha sido incapaz de garantizar el acceso a todos los potenciales usuarios de Terapia Ocupacional?

—No. El solo hecho de lograr que Terapia Ocupacional esté en el Fondo Nacional de Salud (FONASA) ha sido un sacrificio muy grande. Estuve en el directorio del Colegio de Terapeutas Ocupacionales trabajando para eso por muchos años. En la isapres, peor. La Terapia Ocupacional implica un trabajo de largo plazo. En salud mental los pobres usuarios tienen ocho sesiones con el psiquiatra que les pueden ayudar en algo. ¿Y los medicamentos que ofrecen? No están los de última generación. Otro grupo importante: las personas con SIDA. La Fundación Savia, de nuestra querida colega Luz María Yaconi, ha hecho un trabajo maravilloso. Logró que les entregaran los medicamentos en el AUGE a las personas con SIDA. Yo trabajo en salud mental y te puedo decir que el acceso todavía es muy bajo.


—En aspectos de investigación en Terapia Ocupacional, ¿cuál es el lugar de Chile en América Latina?

—Depende de la universidad a la que vayas. Hay muchas que ofrecen la carrera. Como todo, hay muchas que han florecido y lo que yo he visto es una malla muy replicada. Desde mi propio sentir de la profesión puedo decir que se perdió la esencia en muchas de ellas. Se producen profesionales, no sé de qué tipo. Suena horrible, pero eso es perder la esencia de terapia ocupacional. Sobre la investigación: hace falta que los profesores sepan de investigación. He sido consultora voluntaria de tesis externas siempre. Pienso que los terapeutas docentes deben tomar más conciencia sobre la importancia de saber investigación cualitativa y cuantitativa, porque la Terapia Ocupacional se desarrolla entre las dos. Ahí está la base, que las universidades busquen postgrados en investigación que puedan complementar a la disciplina para poder enseñar bien a sus alumnos y que la investigación vaya siendo un proceso durante la carrera que no sólo aparezca a la hora de producir la tesis.


—Antes mencionaba que en sus tiempos de estudiante conoció el Modelo de Ocupación Humana al leer revistas en inglés. Luego prosiguió sus estudios de postgrado en Estados Unidos, ¿cuán importante es ser bilingüe hoy para acceder a los últimos avances del conocimiento?

—Harto, porque existen muchas revistas en inglés en las que escribe gente muy buena. De todo lo que se publica uno tiene que saber elegir. Por eso es importante la formación en investigación, para poder leer rigurosamente. La mayor parte de los artículos están publicados en inglés porque es en esos países donde se desarrolló primero la Terapia Ocupacional. He publicado en inglés mis artículos y tengo que traducirlos al español para educar en la Revista Chilena de Terapia Ocupacional. Creo que es importante que sepamos inglés para que sepamos leer, para que sepamos seleccionar. En inglés se encuentran cosas muy buenas y otras que necesitan más desarrollo. El inglés es fundamental, tendríamos que abrir la mente igual que los estadounidenses han tenido que aprender el español. Prácticamente la mitad de la población de Chicago es de origen hispano. Es una doble necesidad, partiendo de una base del conocimiento.


—¿Qué rol cree usted que debiera desempeñar la Universidad de Chile en la Terapia Ocupacional del mañana?

—Pienso que la Universidad de Chile siempre ha sido un referente, ojalá no pierda esa cualidad. Es muy importante en el rol de unir a las otras carreras, como lo está haciendo la directora Pamela Gutiérrez, quien inició una convocatoria de las diferentes escuelas para compartir una mirada en común sobre la disciplina y desde ahí poder tener más injerencia, siempre con el Colegio de Terapeutas Ocupacionales, a la hora de plantear políticas públicas en salud.

*Entrevista publicada en el especial de 50 años de nuestra escuela presentado por la Revista Chilena de Terapia Ocupacional (agosto de 2013).

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