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Jean Gajardo Jauregui: “Nuestro propósito final es aportar a un país más justo”

JeanGajardoEl académico de la U. de Chile reflexiona sobre los cambios que ha experimentado la Terapia Ocupacional en este medio siglo de historia, entrega su preocupante mirada sobre la inclusión de la tercera edad en la sociedad actual, analiza el rol del Estado y enumera los principales desafíos de los profesionales del mañana: investigación, asociatividad y descentralización.  

Nicolás Rojas Inostroza

No sabía qué estudiar. Artes, teatro, periodismo, sicología o biología eran algunas de sus opciones mientras cursaba los últimos años de formación escolar. Luego de rendir un test vocacional, una sicóloga le dijo: “Tengo tu carrera. Terapia Ocupacional”. Jean Gajardo Jauregui (28) no tenía idea sobre lo que era esa carrera. Comenzó a revisar mallas curriculares y se convenció por el designio de la profesional del preuniversitario. Quería algo que le permitiera trabajar directamente con las personas.

Gajardo es terapeuta ocupacional de la Universidad de Chile, máster en Gerontología Social de la Universidad de León y estudiante de doctorado en Salud Pública de la Casa de Bello. Desde su oficina ubicada en un edificio que fue, hace casi un siglo, el Pensionado de Señoras aledaño al Hospital San Vicente de Paul, responde las preguntas con calma.

El académico recuerda sus años de estudio como tiempos de constante validación. Tenía que explicar una y otra vez de qué se trataba la Terapia Ocupacional. Cuando Gajardo terminó su formación de pregrado comenzó, de inmediato, a formar parte del claustro académico de la escuela de Terapia Ocupacional más antigua del país. Por esos años, recuerda con humor, le pedían la opinión como profesor y como estudiante reciente.


—Estamos conmemorando el cincuentenario de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile. En este momento de reflexión en torno a la historia de la profesión,
¿cuáles son los principales cambios que advierte en la disciplina desde su creación?
—A grandes rasgos, la disciplina se ha expandido en sus sustentos teóricos, científicos, académicos; como también desde su quehacer clínico e interventivo. La carrera emergió centrada en la rehabilitación vinculada a la salud física. Con el pasar de las décadas, la T.O. ha ido tratando de incorporar otras necesidades de la población del país a su espectro de intervención. Mirando la historia, y como un T.O. relativamente reciente, me doy cuenta que a nosotros  nos van a tocar otras tareas. Hay que agradecer y siempre reconocer que el lugar donde estamos ahora es gracias al trabajo que las y los colegas han venido haciendo en difundir y validar la disciplina. Eso hoy nos permite estar en otros espacios.

—¿Cuáles son los principales desafíos que avizora para la Terapia Ocupacional en el país?
—Uno de los desafíos es vincularnos, como gremio, con otras disciplinas y con la institucionalidad que existe en nuestro país. Afiatar esos vínculos y continuar haciéndolos crecer para poder aportar más a las personas. Se entiende mejor la relevancia de trabajar en equipo, y de centrarse en los usuarios.


—Usted ha sido estudiante, académico y posee una vinculación con gran parte de las figuras históricas de la escuela. ¿Qué une a esos primeros estudiantes de hace 50 años con quienes hoy pasan por estas aulas?
—Difícil pregunta. El otro día hablaba con  un profesor sobre cómo llegamos a la carrera y es algo que se tiende a repetir con los estudiantes que llegan. Suele coincidir que todos tenemos intereses diversos. En los estudiantes yo creo que hay una valoración por la diversidad, en su amplia definición, que tiende a mantenerse. Lo digo porque los terapeutas ya grandes siguen con esa valoración de la diversidad como factor de aprendizaje y crecimiento. También está la necesidad de ocuparnos, de mantener rutinas y actividades que nos hagan felices. Eso es transversal. Además está el interés por visualizar la profesión desde el aporte social y la justicia, desde colegas que trabajan en contextos clínicos de salud hasta quienes lo hacen en el sector de los derechos humanos u otras áreas del desarrollo social. Nuestro propósito final es aportar a un país más justo, en el que se respeten más los derechos. A mí me da gusto ver que eso nos une, no obstante la diversidad de nuestros lugares de trabajo.

¿Cómo visualiza el desarrollo de la Terapia Ocupacional en Chile en comparación al contexto latinoamericano?
—Es relativo, pues el desarrollo de la Terapia Ocupacional, como de toda profesión, depende de los contextos gremiales e históricos de cada país. Con 50 años de desarrollo yo pienso que estamos en un nivel en que nos estamos mirando como disciplina, cuánto hemos hecho y qué nos falta por materializar. En América Latina hay escuelas que no llevan más de cinco años en algunas naciones, entonces es lógico que el desarrollo sea variable. En Chile pienso que la T.O. ha crecido rápidamente. Han aumentado las escuelas formadoras de profesionales, se han ampliado las áreas de trabajo. Estamos en un nivel que permite cuestionarnos quiénes somos. Me cuesta compararnos con otros países, pero sí con una mirada de lo regional tenemos, por sobre todo, un gran desafío: el trabajo en conjunto.  En Europa, en general, se da mucho más la asociatividad y eso hace que la profesión tenga mucho más desplante. En ese sentido Chile podría tener un rol más proactivo porque tenemos 50 años de tiempo recorrido que es experiencia, una revista científica que recibe trabajos de distintos países de Latino América, varias escuelas formadoras, terapeutas ocupacionales con posgrado o en vías de, entre otros factores con los que podríamos más aportar en esta asociatividad. También como Terapeutas Ocupacionales nos enfrentamos al desafío de un país altamente centralizado, un tema estructural y que también incide en nuestro desarrollo disciplinar, en la posibilidad de tener mayor presencia considerando la diversidad de contextos culturales e históricos de las personas, a lo largo del país.

Uno de los desafíos que comparten diversos académicos chilenos es el fortalecimiento de la investigación en el área, ¿comparte esa preocupación?
—Eso es un tema también. Creo que hay que validar el rol de lo institucional en ciertos procesos. Desde ahí me sitúo. El hecho de que cada vez haya más terapeutas optando a distintos grados académicos permite un desarrollo mayor en investigación. También el interés de los estudiantes de pregrado, quienes nos piden más herramientas para desarrollarse en esa área. Yo creo que la formación continua es el paso inicial. Así la investigación nos mantendrá dialogando con otras disciplinas y aportará a que la terapia ocupacional ya no sea únicamente conocida por las personas porque es “bonita” sino que también la sientan como necesaria porque aporta en su bienestar. La investigación es una de las herramientas que nos ayuda en ese camino. Por otro lado está la investigación desde la Terapia Ocupacional que aporte a otras disciplinas. En mi caso, por ejemplo, la investigación que he podido realizar ha buscado aportar a la política pública en torno al envejecimiento.


—Pamela Gutiérrez Monclus, directora de la Escuela de Terapia Ocupacional de la U. de Chile, dijo en la ceremonia del cincuentenario que falta mucho por avanzar para que en Chile se materialice la Convención Internacional sobre Derechos Humanos para las Personas con Discapacidad. ¿Concuerda en ese diagnóstico?
—Sí, totalmente. Bueno, Chile es un país que en su historia el tema de los derechos humanos es algo muy dejado de lado. Si bajas ese tema a personas con discapacidad o con alguna vulnerabilidad el asunto se vuelve doblemente crítico. Creo que hay un camino que se ha ido haciendo. Hoy en día al menos estamos en la etapa de sensibilización en estos temas. Cuando observamos ciertas situaciones abusivas ya no nos parecen normales y consideramos que hay que hacer algo. A nivel de la ciudadanía estamos más empoderados y sensibilizados al respecto. Desde el aparato estatal falta todavía hacer mucho más operativos esos procesos de validación de los ejercicios del derecho. ¿Quién se hace cargo de que esos derechos se estén garantizando hoy concretamente? Pienso que se ha ido avanzando, eso no se puede negar. Hay muchas personas trabajando en este ámbito hoy día, incluyendo terapeutas ocupacionales. Los servicios han ido tomando más fuerza. Se está armando una red más sólida en relación con esta área, por ejemplo, en el tema de adulto mayor hemos pasado de pensar que el maltrato fuese algo socialmente naturalizado, a que ahora no lo sea y nos parezca inaceptable. Estamos en esa etapa.

A propósito de adultos mayores, usted citaba en su blog miradorvirtualenvejecimiento.blogspot.com las cifras del último censo que reflejan el aumento de adultos mayores del 11 al 14,5 por ciento de la población en los últimos 10 años. Usted se ha especializado en el área y ha trabajado con este segmento, ¿cómo ve que se sienten ellos en la sociedad chilena actual?
—Habría que preguntarle a ellos mismos. A mí, con 28 años, me asusta pensar en mi propia vejez en el Chile de hoy.  Cuando he podido interactuar con este grupo de personas mayores, la tendencia es ver una desidia y un desinterés social generalizado respecto de ellos. Es complejo. Es triste, pero así lo observo. Está ese reporte de exclusión, de no ser parte de algo que está sucediendo afuera, de ese fenómeno llamado ciudadanía. Hay una situación de vulnerabilidad global. Hoy estamos viendo el tema tan básico de discusión de las pensiones. Uno mira la proyección personal de las pensiones de las AFP y es para ponerse a llorar. Debe haber una sensación de exclusión, de falta de oportunidades. Como sujetos tenemos un menosprecio general por esa etapa de la vida. La vemos como una enfermedad que no nos va a tocar a nosotros. Nada de eso es justo. Por ejemplo, el tema de las pensiones o los temas del adulto mayor son temas que a todos nos atañen, lo único cierto en la vida es que, si no sucede nada antes, ¡llegaremos a ser viejos algún día! Me llama la atención que no se produzca una reacción de mayor indignación o preocupación en torno a eso. Eso por el lado de la preocupación. Creo que es un tema generacional, pues me gusta ver que en nuestros estudiantes se nota una diferencia sobre cómo están mirando el tema.

El estrés y la depresión aparecen como condiciones cada vez más recurrentes en los tiempos que corren. ¿De qué forma puede aportar la Terapia Ocupacional a resolver estos problemas contemporáneos?
—Desde la Terapia Ocupacional, dado que esas situaciones tienen que ver mucho con el afrontamiento de lo cotidiano, podemos aportar en tratar de ayudar a las personas en cómo configurar ese quehacer cotidiano de una forma más satisfactoria. Eso por el lado individual. Es frecuente que a los terapeutas nos interese el concepto del equilibrio ocupacional. En el plano global quizás escapa a la intervención propia del terapeuta. Por ejemplo, el estrés y la depresión están vinculados también con otros temas más estructurales como el trabajo y el acceso a servicios. Ahora estamos investigando sobre adultos mayores y transporte público. Hay un trabajo a dos niveles que deben estar vinculados, el individual y el contexto global, por ejemplo, en el tema adulto mayor y transporte, nos hemos dado cuenta que no basta con las herramientas individuales, sino que se necesita de igual modo un trabajo de abogacía y agencia política para que en este caso nuestra institucionalidad genere un transporte amigable para adultos mayores que les permita existir en lo urbano. Tenemos que aportar a posicionar estos temas y, a la vez, generar trabajos interdisciplinarios.

Este año se implementó la malla curricular innovada en la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile. ¿Cuáles son los principales cambios que incorpora?
—Esta innovación tiene que ver con el estado actual de la profesión. Esta malla es el resultado de la integración de lo que los colegas nos refirieron como necesidades en la formación. También incorporó de gran modo a los/as estudiantes de Terapia Ocupacional de nuestra escuela. Este plan de estudios intenta conformar una base mucho más clara en torno a los sustentos teóricos de la disciplina.  Por otro lado, la posibilidad de que el/la terapeuta ocupacional pueda tener herramientas de investigación para mirar críticamente su quehacer, para sistematizarlo y dialogar con otras disciplinas me parece una muy buena herramienta. Eso le da mucho más sentido a la continuidad del desarrollo académico y gremial. En relación con el quehacer propio de la profesión, la malla trata de dar una formación más acabada en las áreas que actualmente lo requieren. Lo veo, por ejemplo, en ámbitos de desarrollo comunitario de rehabilitación, de intervención psicosocial, en la interacción con la política pública, y con el tema del envejecimiento.

 

—Este cincuentenario de la Escuela de Terapia Ocupacional de la U. de Chile coincide con la revitalización de las movilizaciones estudiantiles que demandan educación superior pública, gratuita y de calidad. ¿Qué rol cree que debiera asumir el Estado en la formación de los terapeutas ocupacionales del futuro?
—Yo creo en un Estado que sea partícipe de los procesos sociales. Pienso que debiese haber una protección diferenciada al aparato estatal en sí mismo. Comparto la preocupación del movimiento social por la educación ya que me preocupa el acceso igualitario y la calidad con la que nos estamos formando como terapeutas ocupacionales y también el número. Tiene que haber una relación sin duda entre la necesidad país con lo que las escuelas formadoras estamos ofreciendo. Tenemos otro desafío: potenciar la interacción de la asociación gremial con el Estado. Hoy se siente la falta de los colegios profesionales como entidades reconocidas desde el aparato estatal. Eso, sin duda, afecta el desempeño profesional desde varios ámbitos: estándares de calidad, proyecciones de plazas laborales, trabajo en conjunto en la elaboración de política pública, entre otras. Eso por el lado del Estado, pero también es responsabilidad de nosotros como profesionales de ser más programáticos con nuestra acción gremial.


—¿Cómo se imagina la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile en 50 años más?

—En ese momento probablemente seremos un departamento ya establecido. Tendremos otra figura institucional. Me la imagino con un camino mucho más avanzado en su vinculación con el país desde la formación, la investigación, la academia. Hoy ese espacio se está generando gracias al ímpetu de los/as colegas.  También creo que será una escuela mucho más vinculada con lo territorial: que la universidad salga y que las personas vengan. Por ejemplo, en trabajos con adultos mayores, la universidad podría ser un espacio abierto para personas de avanzada edad. Eso va a ser muy coherente con nuestra demografía. Además, la escuela tendrá más interacción en el posgrado, no sólo formando terapeutas ocupacionales sino que también otros profesionales. Todos nos enriqueceremos interactuando con otras disciplinas y sintiéndonos parte de la comunidad.

*Entrevista publicada en el especial de 50 años de nuestra escuela presentado por la Revista Chilena de Terapia Ocupacional (agosto de 2013).

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